La influencia de la crianza en tus hábitos financieros
- María Sánchez
- 10 abr
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 12 may
Una mirada profunda desde la psicología del dinero
Aunque muchas decisiones financieras se toman con lógica y datos, la raíz de nuestros comportamientos con el dinero suele estar mucho más atrás: en la infancia. Lo que vimos, escuchamos o incluso lo que nunca se habló sobre dinero durante nuestra crianza, moldea creencias que permanecen activas en la adultez, aún sin que lo notemos. Estas creencias funcionan como guiones inconscientes que guían nuestras decisiones económicas, generando hábitos que pueden estar alineados o en conflicto con nuestras metas financieras actuales.
¿De dónde vienen nuestros mensajes sobre el dinero?
La familia es la primera institución financiera que conocemos. No en términos bancarios, sino en lo que respecta a valores, reglas, límites y emociones asociadas al dinero. Un hogar en donde el dinero era fuente constante de preocupación puede generar adultos con ansiedad financiera o aversión al riesgo. En contraste, crecer en una familia donde el dinero se usaba para ejercer poder o controlar puede derivar en una relación compleja con el éxito económico.

Más allá de los padres, otras fuentes influyen en nuestros guiones financieros: las experiencias personales (como haber sido recompensado o castigado con dinero), el entorno social y comunitario, la religión, los medios de comunicación e incluso el sistema educativo. Cada una aporta mensajes, explícitos o implícitos, que nuestra mente organiza según nuestra personalidad y contexto emocional.
Aquí es donde entra en juego la forma en que procesamos esos mensajes. No todos los niños que vivieron escasez económica desarrollan miedo al gasto; algunos desarrollan resiliencia y habilidad para el ahorro. La diferencia está en la interpretación emocional que cada uno le da a las experiencias vividas y del entorno de contención que se pudo haber desarrollado, que explican cómo filtramos experiencias internas, les asignamos emociones y creamos las creencias que influyen en nuestros posteriores comportamientos.
Ejemplos de cómo la infancia se refleja en la adultez financiera
Silencio financiero: crecer en un hogar donde no se hablaba de dinero puede traducirse en evasión financiera. Son personas que evitan revisar estados de cuenta, no planean el retiro o les incomoda hablar de precios o salarios.
Sobreprotección económica: haber recibido todo sin esfuerzo puede derivar en baja tolerancia a la frustración financiera o expectativas poco realistas de abundancia.
Exposición al conflicto por dinero: quienes vivieron discusiones frecuentes por temas económicos pueden asociar el dinero con culpa o estrés, evitando decisiones de inversión por temor al conflicto o al error.
Éxito ligado a aprobación externa: si en la infancia se valoraba el rendimiento económico como sinónimo de valía personal, es común ver adultos que gastan por status o viven atrapados en dinámicas de sobretrabajo para sostener una imagen.
¿Cómo reprogramar tus hábitos financieros negativos?
Reconoce tus creencias financieras
El primer paso es la conciencia. Pregúntate: ¿qué ideas aprendí sobre el dinero? ¿Cuáles me están ayudando y cuáles me están limitando? Piensa en tu primer recuerdo con el dinero. ¿Qué ocurrió? ¿Qué emociones te generó? Ahora, conecta ese recuerdo con alguna conducta financiera actual. ¿Notas alguna relación?

Diferencia realidad de herencia emocional
Muchos hábitos financieros actuales no responden a tu contexto actual, sino al emocional del pasado. Un miedo irracional al gasto puede estar más relacionado con la inseguridad que viviste a los ocho años que con tu verdadero nivel de ingreso.
Crea nuevas creencias conscientes
Como plantea Ken Honda, transformar la relación con el dinero empieza por verlo como una herramienta de libertad, no como un enemigo o símbolo de sufrimiento. Sustituye creencias de escasez por afirmaciones realistas de abundancia y gratitud.
Involucra tu entorno actual
El dinero no se gestiona en aislamiento. Conversa abiertamente con tu pareja, amigos o asesor financiero sobre tus emociones económicas. El entorno seguro puede ayudarte a resignificar experiencias pasadas.
Practica el hábito de la reflexión financiera
Una vez por semana, dedica 10 minutos a reflexionar sobre alguna decisión financiera reciente. Pregúntate: ¿qué emoción guió esta elección? ¿Actué desde una creencia pasada o desde mis valores presentes?
Tu realidad financiera se trata más de cómo te comportas con el dinero de lo que sabes sobre finanzas. Cambiar tu realidad financiera comienza por entender que no estás mal, solo estás repitiendo una programación inconsciente. Y como cualquier programación, puede actualizarse.
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